
En el umbral de una tristeza no querida
llora.
Una lágrima de sal-enojo
junto a la orilla
de su mas perfecta coartada del “yonofui”;
aferrado apenas al salvavidas
de su dignidad maltrecha
con el sombrero del inocente
en el bolsillo y los caramelos
en la boca de otro.
Escalón bajo la cuesta
de una humillación que olvida
historias de pelota y carretilla
en la vereda;
mentiras barrilete,
piedras escondidas,
humos de señor
que está de vuelta
y una gota … solo una gota…
de justicia.