En todo trabajo interno en pos de una evolución personal, uno se enfrenta inicialmente a sus propios dragones y obstáculos internos

la pereza, la irresolución, la postergación indefinida (procastinación), el miedo al fracaso, el descreimiento, la falta de confianza en uno mismo, la autojustificación, en fin, son múltiples los fantasmas que nos acosan cuando se trata de iniciar un camino de crecimiento.

La buena noticia es, que cuanto más vamos avanzando en ese camino, más fácilmente nos vamos deslizando en él y a medida que ascendemos la espiral de la Evolución, los obstáculos se van desvaneciendo hasta desaparecer.

Es por eso que me pareció interesante compartirles aquí un escrito que preparé hace un tiempo como parte de mi examen de 2º Dan de Aikido inspirado en la palabra japonesa agatsu.

 Los japoneses tienen la capacidad de encerrar conceptos muy profundos en una sola palabra: en este caso, agatsu se refiere a “la victoria sobre uno mismo”. O sea, a la victoria sobre todos nuestros obstáculos internos, que en su gran mayoría son de origen mental.

El Aikido no solo es una práctica física sino también un maravilloso libro de sabiduría para aprender a vivir. Por lo tanto todo lo que se refiere al Aikido puede ser aplicado y analogado a los hechos de nuestro quehacer cotidiano.

Cinco Sentidos en Foco

El Aikido nos permite auto-observarnos

Desde el inicio de mi camino en el Aikido hubo siempre dos aspectos de su filosofía que me han atraído a esta maravillosa práctica. Por un lado, el sentido de búsqueda de Armonía con la Naturaleza y por lo tanto, la ausencia de competencia por el poder. En Aikido no existen podios públicos por ganar.

En segundo lugar y como corolario de lo anterior, el Aikido brinda una de las mejores oportunidades para desarrollar Agatsu o la victoria sobre uno mismo.

Si se busca armonía con la Naturaleza, esta búsqueda termina abarcando el Todo, ya que la Naturaleza incluye toda forma de vida visible e invisible. Por ende incluye nuestra propia Naturaleza Humana y la del compañero de práctica.

El Aikido nos permite auto-observarnos y re-conocernos en nuestra más pura esencia. Cada técnica y cada momento de la práctica exigen del aikidoka sus cinco sentidos en foco. Cada situación que se experimente sobre el Tatami puede conectarnos con emociones muy primitivas que surgen libre y espontáneamente.

Una de ellas es el miedo: miedo a caer, miedo a lastimarnos o a herir al compañero, miedo a no poder avanzar en el aprendizaje, miedo al juicio de los que nos están observando.

También puede aparecer la ira: esta es una emoción universalmente difícil de controlar y la podemos reconocer inmediatamente en el otro, más que en nosotros mismos ya que solemos negarla. La ira suele surgir ante la frustración de no lograr determinado efecto técnico y tiene que ver con el oculto deseo de ganarle al otro, de ser “mejor” o más fuerte.

La ira también puede ser una segunda fase de la humillación o vergüenza frente a alguien que pone en evidencia que aún tenemos un largo camino de aprendizaje por delante. Nuestra autoestima podría quedar lesionada si no estamos atentos al objetivo más valioso y profundo: superarnos solamente a nosotros mismos a cada minuto. No importa lo rápido que avancen los otros, no hay comparación válida entre los caminos de los aikidokas, ya que cada ser humano es único y dibuja una senda irrepetible en su aprendizaje del Aikido.

"Nada Se, Todo Tengo por Aprender"

El concepto de Agatsu  nos permite descubrir nuestras emociones negativas y darle a los errores y dificultades un sentido de desafío y oportunidad en lugar de verlos como un obstáculo o traba.

La perseverancia en la práctica nos pide una mente de principiante: “nada sé, todo tengo por aprender”. Este es el camino más fácil para poder recibir las enseñanzas de nuestro Sensei, ya que si nuestra mente está llena de supuestos conocimientos, no habrá lugar para conocimientos nuevos.

Nadie es responsable del aprendizaje personal excepto uno mismo. Mirar hacia atrás el camino recorrido ayuda a recobrar la serenidad frente a las dificultades actuales, sabiendo que si hubo antes dificultades superadas, todo es posible y solo se requiere más paciencia y más tiempo de práctica.

Lo que el aikidoka trabaje en el Dojo con respecto a sí mismo, lo trasladará luego a su vida cotidiana y viceversa: como se es afuera, se es adentro sobre el Tatami. La práctica del Aikido nos desnuda a los ojos del otro, nos muestra tal y como somos.

En síntesis, la victoria sobre uno mismo es la única victoria que vale la pena lograr y al ser inagotable nos permite seguir practicando el Aikido todo el tiempo, toda la vida.


Anna Szabó
Anna Szabó

Fundadora de Vibrando Vida, sitio destinado a todos aquellos que estén buscando adentro de sí mismos “algo más” y para los que deseen mejorar su calidad de vida física y psíquica.
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Para los que estén dispuestos a trabajar consigo mismos revisando sus pensamientos, creencias y mandatos día a día, con la finalidad de aumentar su Paz Interior y de llevar toda su intención a la apertura del Corazón por encima del dominio de la Razón, logrando así la verdadera Sanación.

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