En ese sueño apareció en mi cielo una hermosísima garza de colores vívidos que parecía invitarme a volar con ella.

Danzaba en el aire majestuosa y elegante, con movimientos llenos de gracia. Extendí mi mano para tocarla y en ese instante desperté con una sensación de serenidad y felicidad.

Luego busqué dibujos de garzas, copié uno de una garza bailando y lo pinté de los colores que había visto en el sueño. Tengo colgado ese dibujo desde entonces en mi lugar de trabajo.

Por supuesto que además investigué el significado simbólico de este animal que hasta ahora me había sido ajeno y estas son algunas de las informaciones que encontré:

  • La garza se mueve a través de los elementos con gran aplomo y facilidad, y nos inspira a hacer lo mismo
  • Puede ayudarnos cuando estamos en una encrucijada y no estamos seguros de qué camino seguir
  • La garza espíritu animal también nos enseña a sentirnos cómodos con lo incierto
  • La garza invita a seguir al corazón en vez de recurrir a la sabiduría convencional
  • Simboliza la paciencia, y no cualquier tipo de paciencia: la paciencia más diligente que uno haya visto jamás
  • En las asociaciones, la garza es también una jugadora de equipo, rompiendo con los roles tradicionales de género y abrazando la igualdad
  • Las garzas son constantemente estables independientemente de su entorno físico, simbolizando la vitalidad de la calma y la fluidez en cada momento de nuestras vidas
  • La tradición de los nativos norteamericanos considera a la garza azul un mensajero que enseña la determinación y la confianza en uno mismo. Sus delgadas patas nos recuerdan que no son necesarios grandes músculos para alcanzar la estabilidad, sino que apoyarse en uno mismo es la clave

La garza es un símbolo en armonía con el propósito de este sitio

Y ¿cuál es el propósito?

Ayudarnos a movernos con mayor facilidad en las circunstancias difíciles de la vida; conectarnos con la intuición de nuestro corazón; descubrir la felicidad que nos trae la paz interior; aprender a movernos en equipos colaborativos y por sobre todas las cosas, acceder al conocimiento de que somos seres únicos, valiosos, amorosos y completos y desde esa completud podemos brindarnos al mundo en un intercambio armónico y justo en el ciclo del Dar y el Recibir.