"La semana pasada, mientras iba manejando camino al consultorio escuché al azar en la radio que "el corazón nunca tiene cáncer".

¿Cómo puede ser que en tantos años de estudiar y luego ejercer la medicina, jamás me haya dado cuenta de algo aparentemente tan obvio?, ya que es prácticamente el único órgano, además de los vasos sanguíneos que no recuerdo haber visto en ningún libro de patología oncológica.


Visualizo las enfermedades  como una especie de “bolsa de basura” que el organismo produjo y no llegó a sacar a la vereda a tiempo antes de que pase el camión recolector.

El ser humano produce constantemente deshechos físicos, psíquicos, emocionales y mentales.

¡Cuántos pensamientos inútiles pueblan constantemente nuestra mente! Nos preocupamos por anticipado por cosas que probablemente no ocurrirán jamás.

Se acumulan células anormales en algún lugar y el diagnóstico nos hace entrar en pánico porque creemos que “algo maligno” nos está atacando de afuera, sin darnos cuenta de que nosotros mismos hemos ido creando el “monstruo” lentamente. Lo hemos creado día a día con nuestra forma de pensar, con nuestra manera de conectarnos con la vida y con las demás personas, lo hemos diseñado paso a paso con el trato que nos hemos dado a nosotros mismos.

El corazón está en constante movimiento. Sístole y diástole están en total armonía y perfecta sincronización: un tiempo para trabajar y otro para descansar. Pero el resultado final es un constante fluir  que nos da nada menos que la vida. Tal vez por eso no es capaz de acumular “basura”.

No se detiene a pensar si el glóbulo rojo que está pasando en ese momento por sus cavidades es mejor o peor que el que pasó antes. Deja que todo lo que le llega circule permanentemente. No se adhiere a nada. Me gustaría decir que tiene una “actitud zen” en su continuo fluir y dejar ser.

¿Porqué no aprender de nuestro propio corazón?.

En el proceso de la micción y cada vez que tenga la oportunidad imagine como salen de su cuerpo las emociones que no son saludables, piense en como descarga en ese momento lo que le produjo una mala programación mental.

Este es un muy buen medicamento, no tiene costo y a su vez nos abre el camino a cualquier otro tipo de terapia y autoconocimiento que deseemos elegir.

Nuestros niños a veces desarrollan cáncer y siempre me he preguntado el porqué. Creo que la mejor respuesta es que les hemos dado el mejor ejemplo, les hemos enseñado a contaminarse mas no a mantenerse inmunes a través de los adecuados pensamientos.

Creo que si en la familia, en la escuela y en la comunidad en general, los ayudamos a metabolizar sus emociones y experiencias con amor, vamos a ejercer una prevención considerable.

Seamos como nuestros corazones: nademos con la corriente del río de nuestras experiencias sin aferrarnos a ninguna.

¡Hasta la próxima!